Todo esto ocurrió, ocurre y ocurrirá en miles de humanidades en miles de planetas en esta u otras galaxias en este universo.
La genialidad de Mátrix es su capacidad para hacer creer que tiene poder, sin tenerlo.
Una mátrix es como un gran templo mental diseñado por unos pocos jefes ingenieros que ocultan la fuente de la verdad-sabiduría a la mayoría, la cual lo permite, con el fin de que sea ésta la encargada de construir el templo material.
El templo no es nada sin ladrillos ni columnas mentales, por ello estos son los que tienen el poder.
Los ladrillos y las columnas son los que sustentan al templo, y al haber contribuido a su construcción están lógica y plenamente identificados con él.
Los ladrillos y las columnas soportan el peso del templo. Debido a su desgaste, los jefes les proporcionan los recursos y servicios necesarios para recuperar las fuerzas.
Así, los propios jefes se convierten en la fuente que aporta el cemento a los ladrillos y el templo se convierte en su casa.
Ese cemento es dinero.
Los ladrillos son muy diligentes y son responsables para con los jefes y el templo. En ello va su supervivencia,
La consistencia del templo la aporta el trabajo constante de sus ladrillos. Su trabajo es responsable como aportación para que el templo no se venga abajo.
La posibilidad de que el templo se venga abajo supone que la fuente de alimentación se corte. Supone la muerte.
Por tanto, este temor inconsciente anima a los ladrillos a continuar sosteniendo al templo, del cual les han hecho creer que es mandato de Dios, del cual unos creen que vendrá en el futuro a premiar por la labor realizada mientras otros siguen planeando su futuro a largo plazo.
Los ladrillos que dejan de trabajar para el templo o aquellos que tratan de escapar, son juzgados y castigados.
Ser un buen hijo de Dios es ser un buen hijo de Mátrix.
La tapadera de las leyes del templo es que existen para garantizar el orden y la seguridad.
Bajo esa tapadera se esconde la realidad: las leyes del templo existen para controlar y para inducir al miedo al castigo, sea en el propio templo o sea castigo divino en el futuro tras la muerte o el "Juicio Final".
Toda ley-obligación del templo tiene su ley-castigo, de modo que las leyes-obligaciones se cumplen por temor a "perder la libertad", cuando tener que cumplir las obligaciones del templo ya es falta de libertad.
Cada cierto tiempo se modifican, "perfeccionan" y aumentan las leyes del control, cuya quimera es que la perfección se alcance.
Para los constructores del templo, esto es la verdad, y la defienden con uñas y dientes.
Mientras, todo miembro del templo está olvidado de la naturaleza y los principios naturales de la sabiduría en la que fluye.
Sólo la inmovilidad de los ladrillos, atados, encadenados e impedidos por las leyes del templo, materializados por las leyes y formando parte integral del templo, como auténticas piezas incrustadas, es lo único que puede impedir cualquier "peligro", de forma que los jefes lo tengan todo asegurado y controlado mientras gozan de los beneficios.
Toda esa legislación actúa a la vez como una presa a punto de estallar y en la que a cuantas más leyes hay, más rupturas, y más castigos, y más leyes... más control, menos libertad... también más errores, y por ello más descubrimientos de la corrupción que sustenta el templo.
Pues todo el templo está construido con esfuerzo y mérito, mas no con sabiduría.
El templo es una burbuja mental y material en mitad de la libertad abierta de la naturaleza, del planeta y del universo.
El templo se sustenta en dos pilares mentales: el pilar religioso y el pilar estatal.
Los jefes religiosos necesitan conocer y participar de la política, para que ésta no actúe por sí sola y la puedan controlar parcialmente.
Los jefes políticos necesitan ser religiosos para que los jefes religiosos estén contentos con ellos.
Los jefes religiosos o "pastores" llaman a sus fieles "hijos de Dios" u "ovejas".
Los jefes políticos llaman a sus electores "contribuyentes" o "ciudadanos y ciudadanas".
Todos olvidados de su identidad real de seres humanos naturales de un planeta y el universo.
Los jefes de los "hijos de Dios" (filis teos) son los jefes de los "filisteos". El templo es el de los filisteos.
Un "Santo Hijo" o "San-Són" a través del cual la Verdad se extienda por todos los ladrillos y columnas para que dejen de engañarse, puede hacer que las dos torres o pilares del templo se tambaleen y se derrumben por sí mismas junto con el templo mental, pues su "poder" sólo es la creencia en ellos, ignorancia que es olvido de la Verdad-Sabiduría de la Esencia (la diosa-dios), la Fuente Pura.
Todo esto ocurrió, ocurre y ocurrirá en miles de humanidades en miles de planetas en esta u otras galaxias en este universo.
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